Cuando duermes, tus sueños son como los de un idiota: sacas brillo a los ceniceros, repones las cubiteras, buscas a tientas una botella que a veces está y a veces no, o bien intercambias nombres y frases de cortesía con clientes que te suenan de vista. Estas situaciones se suceden de forma cíclica y tienen una textura idéntica a tus recuerdos de borracho. En consecuencia, no tienes más que una vaga idea de qué es lo que ha sucedido en realidad y qué es una ficción, y siempre estás sacando a colación conversaciones con gente con la que no has hablado nunca, o bien le niegas el saludo a gente con la que sí has hablado, por miedo a no haberlo hecho. Y es por eso por lo que la clientela en general no sabe qué pensar de ti: hay quien dice que eres tonto y hay quien dice que eres maleducado.
Patrick deWitt, Abluciones
Patrick deWitt, Abluciones