………………………………A todo el que vivió y el miedo no ha matado/
………………………………Marina Tsvietáieva
Londres me daba miedo.
Más que una ciudad
parecía la demostración de un teorema
los fractales de sus calles
las casas como un ejército de clones
las aceras como el recorrido circular de una obsesión.
A menudo el único sonido eran mis pasos.
De tanto en tanto, una voz en un tercer idioma
casi siempre a gritos.
Una vieja temerosa tiraba la basura
o le abría la puerta al gato
y volvía a cerrar la puerta.
¿De quién nos asustábamos, si todos teníamos miedo?
En los jardines traseros y entre los árboles desnudos
la noche era densa.
En cada cocina escasamente iluminada
imaginaba a una madre llorosa
metiendo la cabeza en el horno
después de servirles un vaso de leche a sus hijos
o a un hombre solo emborrachándose
detrás de las cortinas
frente a un televisor estropeado.
Pero si hubiera llamado a su timbre
no me habrían mirado a los ojos.
Yo iba hacia mi casa
recorriendo las aceras
como si fueran senderos de un monte empinado
la cabeza gacha
los ojos entrecerrados por el frío.
¿Era así todo Londres?
¿O era sólo porque vivíamos
en un barrio pobre
y todos teníamos miedo?
Ana Pérez Cañamares, Alfabeto de cicatrices
Hace 12 horas