No crean que la vida de un corresponsal es como la pinto yo en estas historias. Eso es solamente una parte. La otra está hecha de inseguridades, de aprendizajes más o menos arduos, de cambios intempestivos, de urgencias, de renuncias, de distancias. Un corresponsal es un tipo que se despierta por las mañanas con una náusea en el estómago y la convicción de que su despido es inminente. Un corresponsal es un tipo que chapotea perennemente, con el agua al cuello, en un mar desconocido.
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