martes, diciembre 15, 2009

Mutatis Mutandis, de Javier García Rodríguez


Son todos mutantes en esta conspiración. De repente me acuerdo de La invasión de los ladrones de cuerpos o de La invasión de los ultracuerpos, me acuerdo de la serie de televisión V, de El último héroe americano, del Madelman (= Manufacturas Delgado, que era el mutante español del Geyperman), de Robocop, de la cantante Jeanette (que decía que era rebelde porque el mundo la había hecho así), de Bibi Andersen, de Manolita Chen, de que la nocilla es la variante mutante de la nutella (eso me dijo un día en clase una erasmus polaca: “la nocilla es la nutella española”), de Mary Poppins, de Chiquito de la Calzada, del Yoyas, de Michael Jackson.

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Si antes se hablaba del bloqueo del escritor, ahora debemos hablar del “blogueo” del escritor. Si antes estaban bloqueados, ahora están “blogueados”. Los blogs de escritor tienen una parte íntima y otra pública. Son, en muchos casos, escaparates, adelantos de obras, reflexiones, obras en marcha. En otras ocasiones sirven también para establecer relaciones, para trazar vínculos (reales y virtuales) con otros escritores, para pagar deudas, para devolver favores, para darse palmaditas, para decantar viejos rencores en odres nuevos. Los hay profesionales, asépticos y literarios de postal. De actualidad y de reflexivo ensayismo. Sus autores se comunican con colegas y con lectores: aprenden la realidad de ser uno y ser distinto. Ya no es necesario ser un escritor radical; ahora basta con ser “redical”. Ninguno acepta que con su blog queden confinados en un gueto (porque ya se sabe que todos los guetos son pardos y que, según parece, en el guetopardo todo cambia para que todo permanezca igual...).