Hola, Figura: ¿Cómo lo llevas? Te has quedado con el mote. Figura. Hasta tus coleguillas te llaman así. No te escribí ayer porque estos días tengo el coco hecho polvo.
Mira, el principio de tu carta no está mal, pero un tanto atrevido, y creo que pecas de tímido: Estoy segura de que tú también tendrás tus secretos para hacer feliz a una mujer.
Pero hay cosas mucho más imprescindibles que el sexo. ¡AMISTAD! ¡SINCERIDAD! Si desde un principio tenemos una base así, suficiente para una relación, ¿no?
Escucha. Yo llevo aquí cinco meses por sirlas. Estoy cumpliendo dos causas de seis meses y un día. Una ya la he pagado y de la otra me quedan dos meses.
Seguro que piensas que soy una vacilona y una quedona. Aquí se hacen muchas tonterías. De cómo soy aquí a cómo soy en la calle media un abismo. Soy yonqui. Y me gusta mucho la droga, aunque a veces desearía no haber conocido el jaco: ya ves a qué nos conduce; pero tengo mi propio lema: haga lo que haga está bien, pues en cada momento lo habré querido hacer de esa manera y no de otra. La vida es mi profesora particular. Me encuentro aquí por una equivocación, pero con el resultado que obtuve me puse muy a gusto, y eso que me llevo por delante, ¿no crees?
Ese Vasco es un hijo de puta. A mí también me echó el guante. A ti en la cama y a mí a las cuatro de la tarde, con un pedo muy güay, y a punta de pistola, en la plaza del seis de agosto.
Oye: no te tatúes tanto que luego eres un blanco fácil, aunque una serpiente te quedaría de fliplar. Me has dibujado el signo de la paz. Sería muy guapo que todo el mundo fuera de esa forma.
A los tripis les cogí miedo cuando empecé con la aguja.
Te enrollan las poesías. A mí me gusta escribir. A veces no son exactamente poesía, pero intento escribir mi pensamiento sobre un papel.
David González, El demonio te coma las orejas [1997 – 2008]
Mira, el principio de tu carta no está mal, pero un tanto atrevido, y creo que pecas de tímido: Estoy segura de que tú también tendrás tus secretos para hacer feliz a una mujer.
Pero hay cosas mucho más imprescindibles que el sexo. ¡AMISTAD! ¡SINCERIDAD! Si desde un principio tenemos una base así, suficiente para una relación, ¿no?
Escucha. Yo llevo aquí cinco meses por sirlas. Estoy cumpliendo dos causas de seis meses y un día. Una ya la he pagado y de la otra me quedan dos meses.
Seguro que piensas que soy una vacilona y una quedona. Aquí se hacen muchas tonterías. De cómo soy aquí a cómo soy en la calle media un abismo. Soy yonqui. Y me gusta mucho la droga, aunque a veces desearía no haber conocido el jaco: ya ves a qué nos conduce; pero tengo mi propio lema: haga lo que haga está bien, pues en cada momento lo habré querido hacer de esa manera y no de otra. La vida es mi profesora particular. Me encuentro aquí por una equivocación, pero con el resultado que obtuve me puse muy a gusto, y eso que me llevo por delante, ¿no crees?
Ese Vasco es un hijo de puta. A mí también me echó el guante. A ti en la cama y a mí a las cuatro de la tarde, con un pedo muy güay, y a punta de pistola, en la plaza del seis de agosto.
Oye: no te tatúes tanto que luego eres un blanco fácil, aunque una serpiente te quedaría de fliplar. Me has dibujado el signo de la paz. Sería muy guapo que todo el mundo fuera de esa forma.
A los tripis les cogí miedo cuando empecé con la aguja.
Te enrollan las poesías. A mí me gusta escribir. A veces no son exactamente poesía, pero intento escribir mi pensamiento sobre un papel.
David González, El demonio te coma las orejas [1997 – 2008]