Hoy toca ponerse tierno como solomillo pues así lo pide el tema. Y coger la primera persona del singular y hacer con ella toda una declaración de principios. Y arrancar diciendo que, durante un buen número de noches, el cine de verano fue mi patria, algo semejante a un territorio abierto al cielo donde nada echaba en falta. Y entre cáscaras de pipa y pipas sin cáscara, servidor mamaba del pezón de la noche mientras la pantalla se llenaba de sobresaltos y tomate frito. Películas de terror y algo más que solía ser carne de hembra. Gracias a las fulanas y menganas de la época, un servidor aprendió que pone más la expectativa de la carne que la carne misma. Lección que pronto apliqué al rijoso oficio de la escritura.
Hace 13 horas