Una gran película. Me ha dado numerosas razones para disfrutar:
- Daniel Monzón firma su mejor obra hasta la fecha. Llena de ritmo y de tensión, carente de concesiones a la galería, con grandes influencias del género carcelario y de esas tramas donde dos hombres diferentes están condenados a entenderse en un entorno hostil. Saca de los actores lo mejor de sí mismos. No hay que perderse la silenciosa primera escena, previa a los créditos iniciales.
- Contiene una de las interpretaciones más impresionantes de Luis Tosar, actor al que procuro seguir desde Flores de otro mundo. Aquí no es Tosar. Es Malamadre, un preso que parece inspirado en mi colega, el poeta y escritor Carlos Salem: por la voz ronca, la perilla frondosa y el cráneo afeitado. Me he creído tanto a Malamadre que, cuando me cruce con Luis Tosar, sé que me dará miedo. Dicen que merece el Goya. Yo creo que merece el Oscar.
- Junto a Tosar, un gran plantel de actores: Antonio Resines (que en esta peli se parece a Bruce Willis, o Bruce Willis a él), Marta Etura, Vicente Romero, Carlos Bardem, Manuel Morón, Alberto Ammann... No me olvido del gran Luis Zahera (El Pertur de Sin tetas no hay paraíso), que es un monstruo y que ya se salía en esa serie y en Los años desnudos.
- Se ha rodado en mi tierra, en Zamora. En la antigua prisión, hoy abandonada. La misma cárcel que, de crío y cuando iba por los alrededores en bicicleta, me daba miedo (dentro había presos). Es una cárcel que "alojó" a reos históricos. En un par de escenas se ve el Mercado de Abastos, se nombra la ciudad en varias ocasiones. No hay temor a nombrarla. Mi ciudad sale enriquecida con este filme.
- Entre los figurantes hay muchas caras de gente de Zamora, gente a la que conozco de vista. Como curiosidad, deciros que en una de las últimas escenas de la película se ve pasar a mi padre, con quien mantengo una relación nula. Daniel Monzón es tan buen tío que, en los créditos finales, mete los nombres de todos los extras. De esa manera vi, allí, mi apellido (pero no mi nombre, claro). Daniel Monzón es tan buen tío, y tan profesional, que dedica Celda 211 a Luis Ángel Puente, el bombero zamorano que participaba en el rodaje y que murió en acto de servicio durante esas fechas, dejando viuda a la hermana de uno de mis colegas de la infancia.
- Este filme gustaría en USA, pero los académicos prefieren mandarles lo de siempre para competir en los Oscar: lo de Garci, las de la guerra civil y todo eso.
- Eso sí: eché de menos la jerga carcelaria en el guión.