La última vez que estuve en el edificio Fnac de Callao me detuve en la planta de discos y películas. Queríamos ver la caja de The Beatles. La famosa “The Beatles Stereo (Box Set)”, donde viene su discografía oficial remasterizada, además de unos cuantos documentales sobre cada disco. Esto es un auténtico lujo. Sólo el aspecto exterior es magnífico. Y saber que dentro están todas sus canciones oficiales en cd, y con el sonido potenciado y mejorado, hace que se le caiga a uno la baba. Literalmente. Hay un problema. Y no es baladí. La caja cuesta 264 euracos. Si eres socio de Fnac, te la dejan más o menos por 238 pavos. Aún así, es demasiado. No la compramos, claro. Sí, sí, ya sé que son The Beatles, que estas cosas no tienen precio, etcétera. Pero es una caja para ricos. Un lujo que no está al alcance de cualquiera. Una treta de la discográfica para sacarnos los cuartos ahora que estamos en crisis y que la gente se baja la música de internet o la escucha en Spotify, uno de los grandes inventos de los últimos tiempos. Me revienta que la música popular, la música que bailaban los hippies y compraban nuestros padres, quede relegada a un objeto de lujo sólo apto para ejecutivos. El pop pertenece al pueblo. Vista la caja y visto el precio, y descartada la posibilidad de comprar el “Box Set”, ¿crees que la gente no va a preferir tirar de la mula? A mí empieza a hartarme que, con la excusa de las remasterizaciones y de las ediciones para coleccionista en dvd y de las ediciones limitadas y demás inventos, traten de sacar el dinero a los fans de tal o cual banda, de tal o cual película.
Sigo por Fnac. Encuentro, por fin, la nueva novela de Nick Cave: “La muerte de Bunny Munro”. La compro justo el día en que sale a la venta porque con algunos libros me he vuelto un poco paranoico. Me explico: tardé en comprar el anterior libro de Cave, “Y el asno vio al ángel”, y cuando quise hacerme con una copia me tocó remover cielo y tierra para encontrarla. Me hice con un ejemplar. Entonces estaba prácticamente agotado. Poco después de comprarlo, empecé a ver por ahí más ejemplares, que es algo que me sucede a menudo. Ni siquiera he leído la primera novela. No tardaré en hacerlo. Algunos lectores me han dicho que la empezaron y no pudieron continuar, que era demasiado rara. Otros me han contado que les encanta. Nick Cave es un artista muy completo. Escuchen sus discos, empezando por las melodías crepusculares de las bandas sonoras que ha compuesto para el cine. La portada de “Bunny Munro” en Estados Unidos mostraba a una persona disfrazada de conejo blanco. Una portada en plan David Lynch. No me gustaba nada. En cambio, en España han puesto la pintura de Gustave Courbet “El origen del mundo”, aunque en blanco y negro. Mejora mucho. Y no suele ser habitual. Las cubiertas de los libros de EE.UU. suelen ser mejores que las cubiertas de las traducciones en España, donde suelen faltar el riesgo y la provocación y la originalidad. Me alegra que la portada de “Bunny Munro” en España sea una excepción.
También veo por allí una caja con varios largometrajes de Jean Renoir. Incluye varias películas, pero no “La regla del juego”. Ésta la venden aparte, en edición especial. La caja exclusiva de Renoir, con cuatro películas y sus primeras obras mudas, cuesta unos 20 euros. La edición de “La regla del juego”, que sólo trae una película y un par de documentales, cuesta más que la otra: 24 euros, aproximadamente. ¿Alguien lo entiende? Tampoco compro ninguna de ellas. Las buscaré en los videoclubes de alquiler de mi barrio, que están muy bien surtidos.