En este segundo volumen, Lowenstein entrevista a menos directores: de los 20 del primer tomo pasa a 10. Al ser un libro de conversaciones, y además en torno al cine, se devora. Se lo recomiendo, además de a los cinéfilos, a todo aquel que haya rodado (o tenga previsto hacerlo) algún cortometraje o alguna película. Porque los autores que aparecen hablan de los sacrificios que uno debe hacer cuando se convierte en el capitán de ese barco en la tormenta que es un equipo de rodaje: el director tiene que asumir el mando, tomar cientos de decisiones, mantener el ánimo, dar la cara, afrontar los insomnios, convencer a quienes ponen el dinero, mantener la película en la cabeza, charlar con los actores...
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En el libro se conversa sobre óperas primas del calibre de Donnie Darko, Amores perros, La bestia del reino o American Beauty. Las dos entrevistas que más me han gustado quizá sean la primera y la última: las que mantiene con Richard Linklater y Sam Mendes, respectivamente. Con Linklater, porque es un ejemplo de cómo rodar sin tener un chavo (dicen que su filme Slacker es una guía muy útil para los independientes y primerizos). Con Mendes, porque cuenta los consejos que le dio Spielberg antes de rodar y porque es quien mejor explica lo duro y lo caótico que supone convertirse en director. Para ver los cineastas entrevistados, pinchar en la foto.