Eddie (Edward Webster Lynn en otros tiempos, cuando era un pianista de éxito) es un hombre extinguido por dentro. Un perdedor. Toca en un bar de mala muerte por unos pavos, de noche. Nadie conoce su pasado. No se altera, no parece tener alma. Todo cambia con la llegada de uno de sus dos hermanos, al principio de la novela, pidiendo ayuda. A partir de ahí, Eddie se involucra. Empieza a cambiar, a recordar el pasado que le condujo a este presente gris. Y, lo más importante, empieza a relacionarse con la camarera del tugurio en el que trabaja. Es ella quien, de algún modo, le proporciona nuevas fuerzas. Aparte de los diálogos, esos dos personajes son lo más interesante de esta novela de culto de David Goodis, titulada Down There en el original y posteriormente adaptada al cine por Truffaut. En este fragmento, dos matones amenazan al pianista (se trata de un retrato exacto del personaje):
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Eddie sonreía a su modo desvaído, mirando al vacío. Y así continuó, dando chupadas a su cigarrillo. Llevaba el gabán sin abrochar, como si no tuviera en cuenta ni el viento ni la nieve. Los otros dos, dentro del coche, lo miraban esperando que dijese algo, que diera algún indicio de sentirse realmente allí.