hemos tendido las mentiras, la ropa sucia,
el vicio de callar.
concebimos esta pequeña empresa del amor
con la osadía del sindicalista clandestino
pero otros perros nos ladran aquí, en la trastienda,
que no tienen más amo
que nuestro deseo.
que no aman más cuerpo que la inmanencia.
si no supimos defender al compañero de celda
ni ganarle la partida a la avaricia de los escalones
¿quién se va a creer que por amor amordazaremos
a estos perros salvajes?
¿quién con su labia judicial abogará por una causa
tan embarrada?
y pese a ello, con las manos impregnadas de aceites,
con los ojos irritados y el decir espeso
cuelgo en tu silencio silencios de habla insurrecta:
contra la torpeza de no saber amarte
con la urgencia de asaltar una comisaria y demandar
la oligarquía de los bancos y las eléctricas.
noche que se resume en ladrillazo al cristal de mis no
verdades: qué el aire limpie
esta sala y sus tristes sombras inmóviles.
Víktor Gómez, Elogio de la noche
Hace 12 horas