Cada año resulta más difícil alejarse unos días de internet, de la actualidad, de lo que cuentan en los blogs. Vivimos sometidos a un exceso de información y de productos (algo que, lejos de criticar, admiro: me gusta sentirme bombardeado y luego escoger). Pero tomar distancia de eso es lo que hoy, al menos para mí, significa el descanso absoluto. Evitar los periódicos, leer menos libros, no pasarse media mañana leyendo y escribiendo correos electrónicos, no estar al día de lo que se cuece en el panorama cultural. Cuatro o cinco días en Zamora sin apenas contacto con blogs y noticias hacen que pierda el tren. El tiempo recuperado en descansar se convierte, a la vuelta, en tiempo perdido porque necesita uno ponerse al día, no quedarse atrás, estar más o menos informado, ver por dónde han ido los tiros, etcétera. Igual que una esponja, estos días trato de absorber noticias y rumores culturales.
Creo que en Semana Santa sólo leí dos o tres libros. Así que he vuelto con mono de lectura. Con ganas de averiguar cuáles serán las próximas novedades. Y entre ellas me encuentro la noticia de la próxima edición en España de los “Cuentos completos” de Amy Hempel; lo conté en el blog, así que no son necesarios más apuntes. Y estos días sale a la venta otro libro de relatos de un escritor fascinante, pero quizá no tan admirado en este país como sus contemporáneos: Tobias Wolff. En este año las editoriales nos están obsequiando con numerosos títulos que esperábamos: el segundo volumen de los “Relatos de Kolimá”, de Varlam Shalámov; “En la carretera”, el manuscrito original de Jack Kerouac, ahora con una nueva traducción (el punto más interesante de esta edición, a priori), además de “Satori en París”, otra rareza del mismo autor; el rescate de un libro de culto que aquí no conocíamos, “Me acuerdo”, de Joe Brainard; la reedición de esa deslumbrante novela de aventuras de B. Traven, “El tesoro de Sierra Madre”, que John Huston convirtió en una no menos deslumbrante película con Bogart al frente; la reedición de novelas negras de culto como “Disparen sobre el pianista”, de David Goodis; los esperados relatos de “Diez indios”, de Sherman Alexie; o los “Cuentos reunidos” de Sherwood Anderson. Entre otros muchos. Sólo falta que alguien se dedique a rescatar al olvidado Nelson Algren y traduzca por fin a Dan Fante. Navegando por la prensa digital encuentro una noticia sorprendente: Julián Ríos publica en breve una nueva novela, “Puente de Alma”, sobre la muerte de Lady Di. No sorprende que tenga otro libro a punto, sino que haya elegido como eje a la Princesa Diana, que fue carne de cotilleo constante durante su vida. Luego me digo: “Seguro que es extraordinaria. Julián Ríos es capaz de todo lo que se proponga”.
Me pongo a rebuscar en las noticias de cine en inglés y me da un bajón. Un tal Zac Efron, barbilampiño ídolo de crías, se ha obstinado en hacer un remake de “Regreso al futuro”, que para mí es algo sagrado. Jean-Claude Van Damme rechazó hace poco participar en la última de Sylvester Stallone, “The Expendables”, que promete ser un divertimento lleno de machotes del cine de acción de ayer y de hoy; dijo que su personaje era difuso, o algo así, pero se rumorea que su próximo proyecto es rodar una cinta de tiros junto a Steven Seagal, que no es precisamente Laurence Olivier. Es preferible Stallone a Seagal. El mismo reparto de “Los cazafantasmas” quiere reunirse para la tercera parte: adoro la primera, pero la secuela era malísima, así que no le veo sentido, y los actores no están para echar carreras (véase Dan Aykroyd). Y, por si no fuera bastante, Viggo Mortensen se plantea la retirada del cine.