Ya tenía ganas de leer al rumano Mihail Sebastian. Empiezo por esta novela publicada por Impedimenta. Cuenta varias historias de la vida de un médico, Stefan Valeriu, y su relación con las mujeres. El libro se divide en cuatro partes y, además de la prosa exacta del autor, uno de los aspectos más interesantes del mismo es que cada historia está contada de un modo: Renée, Marthe, Odette está narrada en tercera persona; en Émilie, el narrador es el propio Stefan; en Maria es esta mujer quien escribe una larga carta al doctor contándole la relación con su marido, de manera que Stefan sólo aparece por alusiones; y en Anabella es el protagonista quien retoma la narración. Casi todas las mujeres con las que se relaciona Stefan Valeriu son muy elegantes y un poco feas. Sebastian poseía un ojo clínico para analizar las reacciones y motivos femeninos. Todo lo que nos cuenta es como la vida misma. Copio un párrafo narrado por el doctor:
No ha habido muchas mujeres en mi vida. Las suficientes, en cualquier caso. Tantas como puede tener cualquier hombre corriente cuando es amable y sabe, a veces, cómo ser insistente. No alardeo de ello, porque sé muy bien que mi último amigo, más alto que yo, más moreno y más guapo, ha tenido diez veces más “aventuras” que yo. En cualquier caso, no he conocido nunca una mujer –y ha habido algunas a las que he amado– que me haya dado esa sensación de voluptuosidad reposada que conocí en brazos de Arabella al respirar su aroma de carne joven, perezosa e indiferentemente relajada.