Cuando quiero cortame el pelo
no me hace falta salir de casa.
Cojo mi maquinilla,
al número 4,
12mm,
el máximo que tiene
y me repaso toda la cabeza.
Así me evito
perder tiempo,
tener que explicarle a la peluquera
lo que quiero
y acabar con la sensación
de que me ha hecho
lo que ha querido.
Cuando decidí
autoeditarme
fue por una razón parecida,
nadie me diría qué hacer,
como lo querían,
que portada poner.
Me ahorraría tiempo
y sacaría el libro
exacto
que yo quisiese.
Eso sí,
si llamo esta tarde
a la peluquería
probablemente me den cita
para mañana,
incluso hoy
si no andan muy liados.
La respuesta
de la editorial
me llegó hace un par de días,
con el libro ya editado,
un año después de mandarles
el original.
Lo rechazaban.
Javier Das, Inédito
Hace 12 horas