lunes, enero 05, 2009

Ya lo dijo Casimiro Parker

Un viernes, poco antes del comienzo de las navidades, se presentó en el Bukowski Club de Malasaña “Si dios me pide un bloody mary”, uno de los dos libros publicados por una nueva editorial bautizada así: Ya lo dijo Casimiro Parker. Asistí al evento. El sábado se presentó el segundo, “Canción de cuna para un héroe”, pero yo tenía entradas para el teatro y no pude ir. Levantar una editorial de poesía, y además independiente, en estos tiempos es poco menos que un suicidio. Pero me gusta la gente que echa la carne en el asador y se la juega a una carta. Detrás de la editorial está alguien a quien conozco del Buko: Marcos Almendros, alias Marcus Versus, poeta y un gran tipo. Marcos ha abierto fuego con dos poemarios y sendos autores de lujo: Óscar Aguado y Carlos Salem. Si uno mira las primeras páginas y frecuenta estos ambientes conocerá el nombre de los implicados: el propio Marcos, Isabel García Mellado, Sergio Almendros y otros amigos en labores de fotografía o prólogo, como Ana Pérez Cañamares, José Naveiras o Daniel Higiénico. Se trata de estupendas ediciones. El papel y el diseño me parecen correctos y el ancho de página permite que los versos largos quepan en el mismo renglón y no tengan que caerse, sujetos por un corchete. El martes pasado se presentaron ambos libros en El Bandido Doblemente Armado, pero yo estaba en Zamora. La otra noche leí los dos poemarios de una sentada. Y sólo me resta felicitar a Marcos y a su tripulación y hablar de los libros.
No conozco a Óscar Aguado, aunque somos colegas de Facebook. Pero gente de confianza me ha hablado muy bien de él: de su manera de recitar y de su estilo de escritura. La segunda virtud ya la conozco. Óscar nos habla en este libro, “Canción de cuna para un héroe”, del amor como una batalla dura en la que siempre hay alguien (o todos) que termina pagando, que acaba perdiendo. Los versos estallan en nuestros ojos y nos sorprende su fuerza, su visualidad, su lirismo, su ir y venir entre los temas: “la mujer de mis sueños aún duerme a mi lado en mis sueños”, “la sinceridad nos fusilará a los dos juntos / sin ningún tipo de perdón / hasta hoy la lucha es encarnizada / pero podré defenderme / si confiesas que me amaste”, “he escrito una canción que puede ser mi epitafio”, “ahora quiero descansar / que el dolor se lo lleven las flores / y los barcos / morir en mi isla / y que me dejen extender tu sonrisa / en la mar…”, “podría ser poesía estas lágrimas que se van / tras este amor que ya se ha ido”. Hay amor, batalla y derrota y ternura, pero el poeta nunca cae en el sentimentalismo. Quien lucha en ese campo al final acaba siendo un héroe, no siempre con recompensa.
A Carlos Salem sí lo conozco y he hablado de él algunas veces: de sus libros, de su conversación, de su bar (Bukowski Club). Los poemas de “Si dios me pide un bloody mary” cuentan historias del pasado. Viejas heridas, hijos, otros amores, el destierro por elección, el olvido y lo que uno quiso o tuvo que dejar atrás. Se nota en este poemario su condición de nómada, de emigrante argentino que hoy vive en Madrid. Sus poemas son más narrativos, cuentan historias, algunas de ellas tristes, pero siempre rotundas: “Pero no entiendo por qué cada vez que vuelvo / a mi ciudad casi natal / me escondéis la mirada / me escondéis vuestras mujeres / y vuestras hijas”, “Lo triste de volverse viejo / me digo algunos días / es que sólo sé que sigo vivo / cuando palpo el borde / de mis heridas”, “Le tapo el pie que siempre escapa de la manta / y que es el barrio donde vive mi ternura”. Son poemas en los que late al fondo su amor, Inés Pradilla. En la poesía de Carlos se recorta la figura de un gran luchador, lleno de cicatrices.