Considero que Eloy Fernández Porta tiene una de las mentes más lúcidas y complejas del panorama de la literatura contemporánea. Su cerebro funciona como un superordenador capaz de aglutinar miles de referencias culturales, de clasificarlas y luego relacionarlas entre sí y que tengan un sentido distinto al original. Para que me entiendan quienes no hayan leído nada de su cosecha: Quentin Tarantino es capaz de rodar y montar una escena que homenajea a las películas de samuráis, con chicas que pelean con katana, y ponerle un tema de flamenco sin que quede mal; o de acoplar con acierto la banda sonora de algún olvidado spaghetti western a sus historias de gángsters. Y funciona. Esa habilidad también la tiene Eloy, como ha demostrado en sus colaboraciones para libros colectivos (“Golpes: Ficciones de la crueldad social”, “Tripulantes. Nuevas aventuras de Vinalia Trippers”, “Resaca/Hank Over. Un homenaje a Charles Bukowski”, “Odio Barcelona”, etcétera), o en su conocido ensayo “Afterpop. La literatura de la implosión mediática”. Supongo que también ese ejercicio se da en sus libros de narrativa, “Los minutos de la basura” y “Caras B de la música de las esferas”, ya incorporados a mi biblioteca, pero aún pendientes de lectura.
Para mí, hay un antes y un después de “Afterpop”. Por fin un ensayo filosófico no era tan tedioso como es habitual. Por fin alguien era lo bastante hábil y juicioso como para mezclar literatura, cómic, pensamiento posmoderno, música, videoclips, pop, cine y televisión sin que lo acusaran, no sé, de freak o de loco. El éxito de este libro hizo que Anagrama fichara su siguiente ensayo: “Homo Sampler. Tiempo y consumo en la Era Afterpop”. Aunque salió a la venta en noviembre del mes pasado y lo compré entonces, todavía no he podido ponerme con él. Pero no tardaré en leerlo y, entonces, escribiré aquí al respecto. El jueves pasado, Eloy Fernández, que además es profesor de Humanidades en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, presentó este nuevo libro en la sala de actos de Fnac en Callao. Fui a verlo con mi colega zamorano Mario Crespo. Nos gustó mucho. Salimos muy satisfechos y, tras algunas conversaciones por teléfono y correo electrónico, por fin pude estrechar la mano de Eloy. La sala se llenó. Lo que significó la presentación es difícil de explicar.
Para hacernos entender los rumbos que toma su ensayo, ofreció al público lo que él llama una sesión de “spoken word & videojokey”. Esto es, la lectura de textos (ensayos, relatos, poemas, canciones) en directo, mientras se proyectan en una pantalla vídeos seleccionados de YouTube y con un hilo de música tecno, pop, metal y electrónica. Sólo Eloy es capaz de sacar lo mejor de una película mediocre, los créditos iniciales del remake de “La isla del Doctor Moreau”, y ponerles de fondo un tema de Muzak y el título “El sueño de la radiación”. En la lectura de su célebre poema “Una tribu de jebis devora a un coolhunter” asistimos al trailer de “Holocausto caníbal” mientras suenan de fondo The Battles. Mi acto favorito fue este: un mix de escenas de “Yo soy la justicia 2”, con Charles Bronson repartiendo palos a diestro y siniestro y música cañera de la banda Trans Am, mientras el propio Eloy rapeaba “El justiciero de la noche modelna”, un ensayo canción que, no sin ironía, critica al sistema moralista y recto que trata de cargarse a la cultura popular. En la sesión del otro día hubo, por tanto, y con un decorado de música, palabras y vídeos, un recorrido por el consumismo, la tecnología, el tiempo, la influencia de los medios, el primitivismo… Una hazaña que me ha dejado aún con más ganas de leer el libro.