viernes, diciembre 12, 2008

Buenos días, colesterol, de Ángel Petisme


Los libros de Ángel Petisme suelen contener una escritura radicalmente libre. En sus poemas hay mucho realismo y autobiografía pero, al mismo tiempo, nada le impide fantasear, levantar el vuelo, soñar con otros mundos posibles (Y bajé como un dios arrepentido para buscarte, o este otro verso: Los vasos se emborrachan también, por citar un par de ejemplos). Me gusta su habilidad para saltar de una ciudad a otra, de una vertiente cultural a otra, y así conviven en los poemas París, Ken Loach, Barcelona, Catherine Deneuve, Teruel, Marguerite Duras, Walter Benjamin o el Retiro de Madrid). Petisme suele apostar por el caído, por el vencido triturado por las injusticias, pero también hay abundantes reflexiones sobre el amor y la muerte. Un libro fantástico, del que os copio una muestra:
UN MINUTO DE FELICIDAD

Te despiertas en el bar de una estación
de autobuses de una ciudad lejana,
y pides un whisky, y otro, y otro
hasta atrapar ese minuto de felicidad.
Sesenta mil milésimas de segundo
sin pensar en la Máscara Mejicana
son toda una vida, lo sabes por experiencia.

Empiezas por la zeta, buscas una mujer
que al pronunciar su nombre la boca se te llene
de lágrimas de alegría. Y la llamas…
Una mujer sólo para dormir. No muy guapa
ni con curvas cerradas. Una mujer con lluvia
en el espíritu, con dolor y con tara, como la ropa.

Una cabezadita de sesenta segundos
en su regazo, sin pánico ni ansiedad,
bastaría para seguir…

Pero has llegado a la A. Y no lo cogen,
o te repiten que te equivocas,
que allí no vive ninguna Aloma,
o una voz aguda y con trenzas te dice
que mamá está en la ducha…
Y sabes que esas mujeres que amaste en otro tiempo
ahora se han casado y tienen hijos
y probablemente sean hasta felices…

Guardas la agenda, te pides otra copa,
no te molestas en sacar de la consigna
las rosas derretidas, los bombones marchitos,
y preguntas cuándo sale el próximo autobús
para la próxima ciudad que hay más al norte…

Largo camino sin posadas.
Sólo miradas y silencios
tras un minuto de felicidad.