Lo bueno de escribir
aquí, en casa,
es que ella me regala
su presencia,
su compañía.
Mientras yo
tecleo y bebo algo,
ella intenta cambiar
el poema
pasando por encima
del teclado,
o se tumba
encima de unos libros.
Es pequeña,
y cada dos por tres
tengo que parar
porque quiere
que la coja en brazos.
Se llama Norah,
tiene tres meses,
y la encontraron
en una autopista.
Javier Das, Inédito
Hace 6 horas