De vez en cuando estrenan filmes que dan un vuelco a la industria, un giro a la manera de enfocar los proyectos, de construir personajes. “Batman Begins” fue uno de los primeros pasos para que cambiara radicalmente el concepto de superhéroe en el cine. Ahí vieron los productores que se podía dar un nuevo enfoque a una saga que parecía agotada. La segunda película más taquillera de la historia (y, para mí, una de las mejores del año), “The Dark Knight” o “El caballero oscuro”, va a cambiar del todo esos parámetros. De tal manera que podemos afirmar que hay un antes y un después tras esta obra de Christopher Nolan, como lo hubo tras “Matrix”, por citar uno de esos títulos que dan un giro radical a las producciones. Quizá a simple vista al espectador medio se le escape. Pero, para quienes leemos a diario las noticias en inglés que nos sirven las páginas webs especializadas en Hollywood, el cambio se produjo ya desde el primer fin de semana en el que Batman y el Joker dieron el pelotazo en la taquilla, en un ascenso imparable que llevó a la película a lograr recaudaciones cercanas a “Titanic”.
Suele ocurrir. Los jefazos de las grandes productoras ponen a sus chicos a pensar en cuanto un producto rompe las taquillas. ¿Por qué triunfó esta película y no otra? ¿Qué hicimos mal antes? ¿Qué habremos de hacer a partir de ahora para engrosar las mismas cifras millonarias? Desde aquel fin de semana en el que “The Dark Knight” batió récords, nos bombardean a diario con noticias sobre proyectos pendientes de superhéroes. De adaptaciones de cómics, de seriales antiguos, de novelas gráficas. Se rebusca en los archivos de las tiendas de tebeos y se estudian nuevos personajes, nuevas adaptaciones, posibles secuelas y remakes. También se inventan a nuevos superhéroes, algo que ya habían hecho con “Hancock”, por ejemplo. Todos los actores quieren estar en un cómic, adaptar alguna novela gráfica, que sus hijos los vean convertidos en héroes con capa y antifaz. A Nicolas Cage le salió mal “El motorista fantasma” y ya anda rodando la adaptación del cómic “Kick-Ass”. Tom Cruise lleva años empeñado en encarnar a alguno de estos superhéroes. Algunos proyectos parecen buenos, a priori: adaptaciones de cómics que esperaban su turno en algún cajón, y que hoy reciben la luz verde porque Batman ha pulverizado los récords.
Pero existen otros proyectos tan descabellados que muchas mañanas no doy crédito. Quieren sacar héroes y villanos de todas partes. Un superhéroe gay, varias superheroínas, superhéroes negros, un remake de “Karate Kid” con el hijo de diez años de Will Smith (porque “Karate Kid” tenía mucho de tebeo, aunque no lo fuera), una saga sobre Superman que sea extensa, oscura y retorcida, un nuevo Capitán América, películas independientes sobre los X-Men, nuevas adaptaciones de Conan, secuelas de exitazos. Guy Ritchie quizá crea que va a inventar la pólvora con su adaptación de un cómic sobre un Sherlock Holmes más joven y mezclado con fragmentos de las novelas de Conan Doyle, pero eso ya lo hicieron en los ochenta mejor que nadie: “El secreto de la pirámide”. Ya se ha anunciado el año de estreno de “Iron Man 3” y aún no se ha rodado “Iron Man 2”. Para que ven la locura que el último Batman ha desatado. Estos cambios, esta explosión de proyectos tendrá consecuencias a largo plazo. Es imposible que los cientos de filmes inspirados en cómics que vienen tengan la misma calidad que las películas de Nolan, o que ingresen cifras parecidas. En cuanto dos o tres proyectos fracasen (y lo harán), Hollywood matará a la gallina de los huevos de oro. Se olvidará del cómic tan rápido como atrajo su atención.