jueves, octubre 09, 2008

La parcela de Dios, de Erskine Caldwell


Los libros de Erskine Caldwell son puro nervio. Nunca hace concesiones al lector, y por ese y otros motivos algunas de sus novelas fueron prohibidas y censuradas. Sus historias transmiten la crueldad del hombre y la belleza de la mujer, cuya sola presencia basta para revolucionar a esos hombres.
La parcela de Dios es el rincón que el granjero Ty Ty Walden ha reservado en sus tierras: todos los frutos de esa parcela serán para la iglesia. Alrededor, sólo hay agujeros. Ty Ty lleva 15 años cavando la tierra junto a sus hijos, empeñado en que debajo hay oro. Pero el oro nunca aparece y cada día son más pobres y sus propiedades parecen un queso gruyere y el tiempo pasa y nada cambia.
Con estos elementos, Caldwell nos introduce en las vidas de los granjeros de Georgia y de los peones de las fábricas. No faltan alusiones directas o indirectas a la sexualidad irreprimible, al machismo, a la violencia, al abuso de los patrones de las fábricas textiles, al incesto o al racismo (discriminan a negros y albinos: Era su esposa, me parece; aunque no entiendo para qué se casa un albino. Hemos hecho bien separándolos. Aborrezco ver a una blanca normal liada con un moreno negro como el carbón, y esto es igual de asqueroso, porque es un blancuzco). El protagonista es viudo y convive con varios de sus hijos e hijas. La rabia sexual de todos ellos los empuja a tomar decisiones en las que no respetan a nadie: ni a la propia familia.
[Es la primera vez que esta gran novela se publica en España, gracias a Navona Editorial. El prólogo y la traducción son de Vicente Campos]