Las 60 páginas de este breve e imprescindible ensayo (publicado por la editorial mejicana Tumbona Ediciones) valen más que la última novela de Jonathan Lethem traducida en España. El autor defiende el estado de saqueo y fragmentación de la literatura, arremete contra esos anuncios que nos dicen que somos iguales que ladrones si nos descargamos una película, nos estimula con ejemplos de novelas y discos y filmes inspirados en otras fuentes y ataca a Disney, compañía que siempre ha vampirizado los clásicos pero prohibe a otros artistas el uso de sus iconos. El germen del ensayo podría hallarse en esta declaración: Cualquier texto está hilvanado por entero con citas, referencias, ecos y lenguajes culturales que lo atraviesan de ida y vuelta en una inmensa estereofonía.
Para demostrar cuanto dice, en el apéndice se incluyen varias páginas donde Lethem cita las fuentes de las que se ha empapado (y son numerosas) para construir su alegato. El libro está lleno de lucidez: (...) un auto o una bolsa, una vez robados, dejan de estar disponibles para sus dueños, mientras que la apropiación de un artículo de propiedad intelectual deja al original intacto. El autor concluye: No pirateen mis ediciones; saqueen, eso sí, mis visiones. Vamos con un fragmento:
Yo pago la renta con el valor que cobran mis palabras cuando son publicadas en revistas relucientes y, al mismo tiempo, las ofrezco por casi nada a publicaciones cuatrimestrales empobrecidas, o las digo gratis al aire, en una entrevista de radio. ¿Qué valen entonces? ¿Qué valdrían si en un futuro Dylan las integrara a una canción? ¿Me debería preocupar por hacer que eso fuera imposible?