Conocía la versión antigua, pero no la extendida, montada tal y como la concibió Sam Peckinpah. Ya sólo la guitarra de Dylan, la fotografía luminosa y la crueldad y los andares elegantes de James Coburn valen oro, pero no olvidemos la frescura que aporta Kris Kristofferson, la violencia a cámara lenta, los diálogos sobre el hombre y cómo cambian los tiempos. Grande.
Hace 14 horas