Anunciaron que Michael J. Fox volverá a actuar en televisión gracias a un pequeño papel en cuatro episodios de la serie “Rescue Me”. Ese fue el medio que le proporcionó la fama y sus primeros frutos. El boom lo completaría el cine: “Regreso al futuro” y sus secuelas. Como todo el mundo sabe, Fox padece desde hace tiempo la enfermedad de Parkinson. En los últimos años se había conformado con intervenciones en series televisivas y con prestar su voz para doblar a personajes de dibujos animados. Todos sus esfuerzos están enfocados a recaudar fondos y ayudar a las investigaciones en busca de una cura, en la fundación que creó él mismo: The Michel J. Fox Foundation for Parkinson’s Research (Fundación Michael J. Fox para la Investigación del Parkinson). Dicho mal o enfermedad le impedía la libertad de movimientos y, aunque la combatía con medicamentos ingeridos antes de rodar cada escena, supo que el deterioro progresivo lo mantendría alejado de la actuación. Pero siempre hay papeles y otras opciones. En “Rescue Me” hará de un hombre en silla de ruedas. En “Boston Legal” interpretó a un enfermo de cáncer. Menos es nada. Y en los últimos años también ha conseguido aumentar su lista de premios: Emmys, Globos, etcétera.
Tras leer la noticia de su regreso a la televisión, recordé que antaño me regalaron la autobiografía de Fox: “Un hombre afortunado”. Cada libro tiene su momento. Lo busqué en mi biblioteca y supe que era hora de leerlo. Aunque el subtítulo indique que se trata de unas “Memorias”, podemos afirmar que sólo son unas memorias parciales. Aunque desvela cosas interesantes sobre su familia y algunas de las series y películas en las que ha trabajado, los recuerdos acaban siempre girando en torno a su enfermedad. Incluso aparte de la alusión a unos pocos títulos de éxito (“Spin City”, “Regreso al futuro”, “El presidente y Miss Wade”), apenas menciona sus películas más famosas. Prefiere hablar de esos proyectos que fueron un fracaso en taquilla. Esos proyectos con los que nunca se sintió conforme, pero que tuvo que hacer para seguir alimentando a su familia. El libro arranca con el Parkinson y termina con el Parkinson. En la primera página recuerda el síntoma inicial. Se despertó con una resaca brutal y el dedo meñique de la mano izquierda empezó a temblar, a darle avisos. Desde ese primer instante hasta que anunció a los medios que padecía la enfermedad transcurrieron unos años. En ese tiempo consultó las opiniones de varios especialistas en neurología, empezó a medicarse y trató de esconder los síntomas en los rodajes para que el Parkinson no influyera en la visión que de él tenían los demás y, por ende, eso no afectara a su trabajo.
Fox no habla tanto de cine en el libro como yo esperaba. Lo cual no le resta interés. Porque, en definitiva, se trata de leer la confesión de un hombre enfermo que, con todo el valor y la humildad que pueda reunir alguien enfrentado a una enfermedad degenerativa y por el momento irreversible, acepta lo que le ocurre y aprende a convivir con ello y a luchar. En estas memorias cuenta que, merced a que un famoso padeciera el mal de Parkinson a una edad tan temprana (a los treinta años) y lo anunciara, su ejemplo infundió valor a otros afectados, dejaron de sentirse “solos” y empezaron a “salir del armario”, admitiendo en público sus síntomas. Se titula “Un hombre afortunado” porque J. Fox descubre que el Parkinson le ha conducido por terrenos inesperados: el apoyo incondicional de la gente que le rodea, el amor y la comprensión de su familia, los testimonios de otros afectados. Asuntos importantes y necesarios, al lado de los cuales el éxito, la fama o los premios no valen nada.