Los viejos amigos ya no somos
amigos, pero vamos camino
de ser viejos. Algo es algo.
A algunos me los cruzo todavía
por ahí; los hay que incluso mueven
un poco la cabeza, pero son los menos,
casi todos van mirando al infinito,
así es imposible que me puedan ver.
Yo sí los veo, y ni siquiera
me molesto; es la vida, me digo,
que te acaba poniendo en tu lugar:
El mío, el de siempre, el asfalto.
El de ellos, ellos sabrán.
Karmelo C. Iribarren, La ciudad [Antología 1985 – 2008]
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