Sacar adelante los proyectos culturales en Zamora supone, las más de las veces, un esfuerzo heroico, hercúleo, casi próximo a la locura. Todo son escollos. Grupos de música que no encuentran sitios donde ensayar y menos aún donde tocar y que suelen ser ninguneados en los programas de festejos del Ayuntamiento, siempre más preocupado por el folclore y el sabor local (que no sé muy bien qué demonios significa eso). Artistas a quienes les cuesta un horror conseguir un hueco en las salas de exposiciones, cuyos responsables parecen preferir todo cuanto viene de fuera, de otras provincias. Escritores y cineastas que empiezan sus carreras soportando el ruido de las puertas cuando se las cierran en las narices. Escasez de ayudas. Inquina y mala baba de un alto sector de la población cuando, finalmente, esas personas consiguen algo de atención y salen en el periódico o en la televisión local hablando de sus proyectos, en los que hubo mucha ilusión y poco dinero. Libreros que van agotándose poco a poco, año tras año, en su lucha por llevar algo de literatura a la ciudad, y que empiezan a cansarse de organizar ferias y días de firmas porque las cuentas, a la postre, no compensan. Ya leímos lo que dijo Luis González, uno de los libreros de cabecera de nuestra ciudad y presidente de AZAL, refiriéndose a la próxima edición de la Feria del Libro de Zamora: “Casi me da vergüenza decir los pocos que salimos con los libros a la calle”. A mí también me la da, así que no enumeraré las librerías que participan en la feria. Luis está cansado, parece. Y no me extraña. Demasiado ha hecho ya.
A pesar de esos sinsabores, a uno le gusta comprobar desde la distancia cómo algunos jóvenes no se rinden. Todavía tienen ilusión y eso es bueno. A veces no queda otra cosa. A pesar de la escasez de casetas participantes en la Feria del Libro me gustaría mencionar un par de cosas, un par de citas que no deberían perderse quienes vivan allí. En la Feria del Libro se presentará “Urnas de Jade: Leyendas”, el libro del salmantino David Prieto. Podemos decir que Zamora y Salamanca son primas; y que David y yo, a quien no conozco personalmente, compartimos antología en el volumen “Visiones 2006” que, lo confieso con rubor, aún no he leído. Será el día cuatro de junio. No sé si podré ir a participar en la presentación de “Urnas de Jade”, pero sé que, de momento, allí estará, junto a él, Faustino Vélez, quien me surtía de tebeos cuando yo vivía en la provincia, gracias a sus consejos y a su tienda “Melniboné Cómics”.
Y vamos a hablar también, aunque el evento no pertenece a la Feria del Libro (pero se celebra en las mismas fechas), del cortometraje que en la noche del seis de junio se estrenará en la ciudad. Me refiero a “Odio”, que lleva gestándose no sé ya cuánto tiempo, y que supone llegar a la meta después de un circo de sinsabores y luchas y aplazamientos. “Odio” dura alrededor de diez minutos. Está basado en el poemario del mismo título de David Refoyo, sobre quien he escrito en este periódico, y el guión y la dirección corresponden a Mario Crespo, documentalista, colaborador ocasional de este diario e hijo del escultor Tomás Crespo Rivera. Mario vive en Madrid, como uno de tantos zamoranos exiliados. Nos conocimos este año. Primero por mail, luego en persona. Me parece un gran tipo. “Odio” es un corto independiente. Repito: independiente. ¿Qué significa eso? Que ellos solos y su equipo han tenido que currárselo, poner el dinero y sufrir. Made in Zamora: significa el ninguneo de las instituciones. Típico de nuestros lares: salir adelante sin apoyos económicos. Tampoco sé si podré ir al estreno. Pero sé que hay talento y buenas intenciones.