El servicio
de urgencias.
Que se muera
tu compañero
de habitación.
Ver a hombres
llorar. Controlar
lo que meas
cada día.
Aguantar.
No escribir
sobre flores.
Esperar
que ella llegue
a salvarte
los huevos.
Quedarte sin tabaco
un domingo
en medio del desierto.
Que te despierten
a las seis
de la mañana.
Ponerles buena cara
a tus verdugos.
Responder
a preguntas estúpidas.
Tener que meneártela
con guantes
para hacer un cultivo
de semen
sin un puto recuerdo
que llevarte a la boca.
Repetirte un millón de veces
que no hay dolor
para poder creértelo
y que te metan
el dedo por el culo.
Eduardo Errasti, Poemas para cruzar el desierto
Hace 12 horas