Sucede en un instante;
de pronto te das cuenta
de que la juventud se ha ido,
de que ya no eres joven.
¡Visto y no visto!
Ahora estás listo para reírte
de tu pasado,
aquellos dramas que no eran
sino comedias de poca monta,
ridículas tragedias que te hacían
clamar al cielo y maldecirlo
y que al final resultaron ser teatrillos
de mediocres titiriteros.
Las manecillas del reloj se han vuelto
locas, el cielo se ha llenado de nubes
y mordisqueas los restos de pizza
de la noche anterior, en la cocina,
mientras tus ojos, divertidos,
miran las gotas de ese grifo
que nunca arreglarás,
porque es tarde
y lo sabes.
Pablo G. Bao, Revista Ex Libris nº 6 (aquí)
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