No sé por qué motivo pero vuelves.
Regresas a mis besos
de la misma manera que regresan
a sus playas de origen las tortugas:
en busca del verano.
Llegas y abres con tu llave
(aún conservo
la misma cerradura,
el rótulo en la puerta con tu nombre)
en busca de las huellas de tu ausencia,
segura de la falta que me haces.
Pero todo está en orden.
Tal vez otra mujer.
Y entonces dudas.
Vas a las cosas que sabes que frecuento:
la silla del estudio,
la mesa en la cocina y el sofá,
la luz junto al balcón justo a las doce,
el lado de la cama en el que duermo.
Pero no encuentras huellas de tu ausencia.
Ahora, te digo,
la vida es de otra forma, más sencilla.
Hay algunas costumbres que me gustan.
Me gusta ver las cosas en su sitio,
fregar con guantes,
llevar la plancha al día y levantarme
pronto, sobre las siete y media.
Ya sé que son tus cosas.
Pero creo que vuelves
mientras sigues notando que la casa
conserva todavía este orden tuyo,
aunque te duela verte en cada cosa
y ver también
que faltas en mi vida y no se nota.
Por eso yo
conservo todavía
la misma cerradura,
el rótulo en la puerta con tu nombre
y una playa virgen
al fondo del pasillo,
por si es verdad que vuelves en busca del verano.
Natxo Vidal Guardiola, Atrás no es ningún sitio (Poemas para diez mil kilómetros después)
Hace 3 horas