Como cuento en el artículo del domingo, el otro día encontré un ejemplar de Sembrando hogueras. No es fácil conseguir los libros "antiguos" de David González y, en cuanto tropiezo con uno, lo compro. Me lo dijo una vez el propio David: en la antología El amor ya no es contemporáneo no están todos sus poemas y relatos. Meses atrás había pillado Anda, hombre, levántate de ti, y lo leí de un tirón, pero no sé por qué no lo recomendé aquí; no lo recuerdo, quizá lo leyese en Zamora y en la casa de allí no tengo conexión a internet. Aprovecho ahora, que he releído uno y leído otro, ambos de un tirón.
No puedo decir nada nuevo porque ya conocéis muchos de los textos contenidos en estos libros, y de algunos ya he hablado o los he colgado en esta bitácora. Pero podemos decir otras cosas que quizá no sepáis. Por ejemplo, que estos dos títulos son ya míticos. En ellos se encuentran algunas de las mejores dedicatorias de David: Estos poemas están dedicados a los hijos pródigos que jamás regresan a casa. O esta otra: Este libro está dedicado a todos los que, en épocas de sequía, tenemos que bebernos nuestra propia saliva. Sólo por ambas frases ya merece la pena tenerlos. En Sembrando hogueras encontramos otra frase clásica del autor: la única manera de escribir un poema es formar parte del poema. Amén de esa nota introductoria que arranca con una niña que le pide que escriba un cuento, de la que copio este párrafo estremecedor: Porque yo no escribo cuentos. Los cuentos están bien para que los niños se duerman. Pero yo no quiero que se duerman. Quiero despertarles. Y que ellos despierten a sus padres. Y que sus padres despierten a todo el vecindario. Y que...
Si alguien, tras estas sentencias y el poema que voy a colgar a continuación, aún duda del talento de David, es que está ciego o carece de gusto, porque esas frases ya valen más que la obra completa de muchos autores de nuestros días.
LA SABIDURIA DEL ESCLAVO
comprendo que no soy una persona feliz y que a lo mejor nunca lo seré.
DOUGLAS COUPLAND
DOUGLAS COUPLAND
se necesitan muy pocas cosas para ser feliz.
eres guapo, joven, alto, inteligente,
tienes salud,
un trabajo estable,
coche...
lo tienes todo para ser feliz, sin embargo,
anadía mi madre, no lo eres.
(además,
nunca me falta dinero para comprar
libros, discos, sellos, ropa, droga, cintas de vídeo,
en fin, cualquier capricho que se me antojase).
nunca me falta dinero para comprar
libros, discos, sellos, ropa, droga, cintas de vídeo,
en fin, cualquier capricho que se me antojase).
no lo eres, no eres feliz, repetía mi madre.
¿por qué?, me preguntaba, ¿por qué?
¿por qué?, me preguntaba, ¿por qué?
..........................................................y ahora,
que voy a pie a todos los sitios,
que carezco de medios para ganarme la vida,
que la salud ya no forma parte de los brindis,
que carezco de medios para ganarme la vida,
que la salud ya no forma parte de los brindis,
ahora, digo, es suficiente
conque no me falte tabaco,
con tener la cena a tiempo,
con oír la voz de mi madre, o de mi padre,
a través del teléfono.
con tener la cena a tiempo,
con oír la voz de mi madre, o de mi padre,
a través del teléfono.
suficiente
con sentir los pasos de mi novia
subiendo por la escalera cuando regresa,
a altas horas de la madrugada,
de su trabajo en el bar.
subiendo por la escalera cuando regresa,
a altas horas de la madrugada,
de su trabajo en el bar.
me conformo
conque algunas tardes, no todas,
por la única ventana de mi casa,
entre
por la única ventana de mi casa,
entre
el sol.