Dice Ana Botella que su marido, Aznar, es un intelectual. Que se dedica a la vida intelectual, que consiste, según ella, en leer, escribir y dar conferencias. Si nos atenemos a ese patrón, más de medio país está lleno de intelectuales, porque todo el mundo lee y escribe, aunque sea poco y en los blogs. En lo de las conferencias ya no me meto. No todo el mundo es capaz de darlas, y dicen que Aznar sabe idiomas. Aunque yo, la verdad, siempre lo oigo hablar igual. O sea, no se le entiende nada y su dominio de los idiomas consiste en cambiar el acento. ¿Que está en Estados Unidos? Pues acento tejano. ¿Que viaja por Italia? Pues acento italiano. Y en ese plan. El problema es que Aznar cree que tiene don de gentes y don de lenguas, pero yo sólo veo a un impostor con bigote y cara de malo. Es sólo un punto de vista. Para el propio Aznar, él es un hombre moderno. Para demostrarnos que su imagen es desenfadada se ha dejado crecer un poco el pelo y lleva el mostacho al uno. Si se han fijado, a medida que le aumenta la melena le disminuye el bigote. Qué cosas. Aznar recuerda con cariño a su ídolo, Bush, quien le aupó a sus negocios en USA. Y acusa y protesta. Protesta mucho en cada una de sus comparecencias. Alguien debería empezar a llamarlo “Graznar”.
De Ana Botella alguien ha escrito que es “la copia madrileña de Hillary Clinton”. Lo siento por la Clinton. Lo siento mucho, de veras. Asegura Ana Botella que la culpa de la polución que hay en Madrid es de África. Balones fuera, como suele decirse. Si África no existiera, le echaría las culpas a Italia. O a Portugal. O al País Vasco. Lo que tuviéramos más a mano. Por su parte, los obispos españoles, que no son del PP pero como si lo fueran, se han metido en campaña electoral. Aconsejan no votar al PSOE, que está lleno de pecados y simboliza el demonio y la carne. Es el mal. El PSOE es el mal y el principio del Apocalipsis. Los obispos deciden tomar partido. Rajoy, un hombre con mala suerte para coger aviones y helicópteros, ha dicho por ahí que, si sale elegido presidente de este país, será como Sarkozy. No comulgo con las ideas de Sarkozy, pero Rajoy está a años luz de él. De sus formas, de su buena educación, de su carisma, de sus resoluciones, de su agilidad para resolver las cosas. Sarkozy no ha de ser tan mal partido si se ha ligado a Carla Bruni. Chica guapa y buena cantante. Estuvo unida a tipos como Vincent Pérez, Eric Clapton o Mick Jagger. Se supone que Sarkozy también es un chico malo, pero le falta algo de talento. Bruni y Sarkozy no pegan ni con cola, pero el amor es ciego. Rajoy quiere ser un Sarkozy hispano, pero sólo tienen en común la “y” final del apellido. Si le quitas letras a Sarkozy, casi se queda en Rajoy. Pero ni por esas se parecen. Otra que tal baila es Esperanza Aguirre. Se supone que ha habido un incidente o un desencuentro entre ella y Gallardón, durante una entrega de premios a la que asistían ambos. Los periódicos no se ponen de acuerdo y cada uno da su versión de los acontecimientos.
Ya ven. Aquí, cada cual con su modelo, pero haciéndolo peor. Aznar quiere ser una mezcla de Bush y de escritor. Aznar quiere ser Bush. Botella quiere ser Hillary. Rajoy quiere ser Sarkozy. Aguirre no quiere ser otra persona o no le han sacado parecido, que yo sepa. Aguirre es más original que el resto, porque es más despiadada, y nos recuerda a Cruella de Vil. Quiere hacerse un abrigo con el pellejo del pobre Gallardón. No sería mala idea que alguien sacara cromos con sus caras y con las caras de quienes aspiran a emular. Cromos de coleccionista, de esos que entran en el Bollycao o similares. Cromos de risa. Menuda panda, oiga.