Pues no, hasta ahora no había visto este clásico, triste y desesperanzador. Siempre lo he ido aplazando y anoche, por fin, me di cuenta de la razón: algunos aspectos de la película semiautobiográfica de Truffaut me recuerdan un poco a mi propia infancia (malas notas, castigos, novillos, pequeños hurtos, broncas de mi padre, maestros coléricos); por fortuna, y al contrario que en el filme, yo contaba con el apoyo de mi madre. Porque Antoine Doinel, el niño, es abandonado por sus padres en un reformatorio. Descarnado retrato de un personaje que crece a fuerza de recibir hostias. El gran Truffaut nunca deja indiferente.
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