Me ha gustado más de lo que esperaba. Es otra película en la línea de Syriana. Un guión bien trenzado, unos toques de denuncia y una trama laberíntica en la que, al principio, uno se extravía un poco. Clayton trabaja en un bufete de abogados y descubre que un colega se niega a seguir con el caso que estaba defendiendo porque hay vidas en juego, por culpa de una de esas empresas podridas de millones que anteponen sus intereses comerciales a la salud de los demás. Clayton se huele algo sucio y se obsesionará con averiguar la verdad.
Aparte del trabajo siempre efectivo de Tom Wilkinson, me fascinó el personaje que compone George Clooney (en otra de sus grandes interpretaciones): un tipo cansado, hundido y ojeroso que recuerda un poco a los personajes masculinos de Raymond Carver. Tiene deudas de juego y se ha arruinado al intentar abrir un restaurante, está divorciado y en el bufete es un cero a la izquierda sin participaciones ni un cargo notable; debe lidiar con sus hermanos y con su hijo, y afrontar este caso en el que se ha involucrado su colega. Es un tipo que se pregunta por qué le cae a él toda la mierda encima. En una escena, se queja a su jefe: Tengo 45 años y estoy sin blanca. Dirige con habilidad el debutante Tony Gilroy. Web oficial.