El viernes por la tarde muchos zamoranos nos desplazamos a nuestra tierra. Fuimos desde Madrid. El objetivo: asistir al impecable directo en acústico que ofreció la banda Vetusta Morla, la banda de Tres Cantos que acaba de ser nominada a los premios de la música de “La noche en vivo”, un acto que se celebra esta misma noche en Madrid, en una gala que presentan dos de mis ídolos, Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, de “La Hora Chanante” y “Muchachada Nui”. El concierto fue en el Ávalon Café, uno de esos refugios de la ciudad a los que siempre estamos deseando regresar quienes vivimos fuera. Me consta que Álvaro de Paz los trató a cuerpo de rey. Entre otras cosas, los alojó en un hotel y al día siguiente, por la mañana, los llevó de tapas. El tapeo zamorano es una de nuestras señas de identidad, una de nuestras armas de distracción masiva, el motivo por el que muchos vuelven de visita. El recibimiento que les dimos creo que fue muy caluroso, a pesar de nuestra fama de público frío. Les sorprendió que unos cuantos nos supiéramos la letra de las canciones, que lleváramos camisetas de la banda, que llenáramos el local. Esperaban menos de treinta personas y un público que no supiera nada de ellos y se encontraron con tipos que habíamos ido desde Madrid sólo para verlos actuar en nuestra ciudad.
Tocaron todo su repertorio, todas esas joyas: “La marea”, “Iglú”, “Valiente”, “Agostados”, “Año nuevo”, “La cuadratura del círculo”, etcétera. Y temas nuevos. El garito de Álvaro, además, estaba a rebosar de músicos: de cantantes, de guitarristas, de baterías. Cuando llevábamos un rato me dijo un amigo: “No tienen una canción mala, o que no esté a la altura del resto. Todas tienen calidad”. Quienes ya los habíamos visto actuar, salimos encantados. Quienes nunca los habían visto actuar, también salieron encantados. Se lo dije a uno de ellos, creo que al guitarrista: “Vuestra música crea adicción. Todo el que os escucha por primera vez en un directo, acaba enganchado”. Hay una virtud, además, que creo que destaca por encima del resto: aparte de la calidad de cada tema, del dominio de cada miembro de la banda, de la compenetración de los músicos, está el hecho de que en el directo obtienen un sonido puro, limpio, impecable, impropio de una banda que aún no ha dado el pelotazo, pero que espero no tarde en darlo, porque se lo merece. Su primer disco está, de momento, en el aire. Recién grabado y a la espera, se titula “Un día en el mundo” y será de esos discos que hay que comprar, nada de pirateos. Yo ya me compré sus maquetas.
En la pausa que hicieron hacia la mitad del concierto y luego, al terminar la segunda parte, me acerqué a hablar con algunos de ellos, a conocerlos y estrecharles la mano, a darles la enhorabuena. Estaban encantados con la recepción. Pensaban, como dije antes, que sólo iríamos cuatro a verlos. Álvaro grabó el concierto y la noche del día siguiente, el sábado, puso algunos de los temas. En el descanso, y al terminar, firmaron las demos y mucha gente se acercó a conversar con ellos, a felicitarlos. Por si fuera poco, encima son unos tipos majetes, gente agradable, muy agradecida. Ya los nombré en algún artículo anterior, pero volveré a hacerlo para refrescar las memorias: Pucho (voz), David García “El Indio” (batería), Jorge González (percusión), Guillermo Galván (guitarra), Juan Manuel Latorre (guitarra) y Álvaro B. B. (bajo). En el Ávalon había el buen rollo de siempre, un ambiente que reconforta, y nos dieron las tantas allí dentro. Cuando salimos ya habían cerrado los bares de Los Herreros. Un frío intenso se cernía sobre la ciudad. Las canciones aún sonaban en mi cabeza.