Somos vivíparos. Hemos vivido antes de nacer. Resulta que nuestro corazón ha latido antes de que respiráramos. Nuestras orejas han oído antes de que nuestros labios descubriesen la existencia del aire. Hemos nadado en las aguas oscuras antes de que nuestros párpados se abrieran, antes de que nuestros ojos se deslumbrasen, luego se cegasen, luego viesen, antes de que nuestra garganta se secase, luego se ahogase durante un instante, luego tragase el aire, luego imitase palabras cuya entonación parecía tranqulizadora.
Pascal Quignard, Las sombras errantes