sábado, agosto 04, 2007

La familia amarilla

Uno de los escasos placeres que aún me proporciona la televisión es saltar de canal en canal para irme encontrando algunas de las mejores series de dibujos animados de la historia. "South Park", "Futurama", "Padre de familia" y mi favorita, "Los Simpson", of course. No las sigo capítulo a capítulo porque resulta imposible por culpa de la dictadura de la programación de las cadenas, que ponen los episodios en desorden y los repiten hasta la saciedad, hasta que nos hartamos. Al igual que dejé de seguir "Friends" después de años de fidelidad: la repetición sistemática de las primeras temporadas y esa manía de programar tres capítulos en un día me hicieron desistir. Lo que hago ahora es encender la tele y ver lo que encuentre, con preferencia por "Los Simpson", después por "Padre de familia", para llegar a "Futurama" y a "South Park".
"Los Simpson" me sigue pareciendo la mejor de estas series por varias razones. En primer lugar, es la más antigua de las citadas. Ha sentado unas bases, ha creado escuela y eso es innegable. "Padre de familia" proviene de la familia amarilla, y en ella y en "South Park" tratan de ser más bestias y más políticamente incorrectos, y lo logran, pero el verdadero talento no reside sólo en la provocación. Sin "Los Simpson" no existirían otras series nacidas bajo su sombra. En segundo lugar, nadie encarna mejor los valores del norteamericano medio que Homer Simpson. A mí me encanta la familia Griffin, pero sus personajes salen del realismo para entrar en un mundo fantástico: un perro que habla, que es más educado que sus dueños, que bebe cócteles y lee el periódico, y un bebé gruñón con la cabeza de melón o de balón de rugby, que suelta tacos y amenaza a su madre. Alguien dirá que los personajes de Springfield son amarillos, lo cual los aparta del realismo, y tendrá razón. En tercer lugar, "Los Simpson" aún ostentan un récord que no han alcanzado (ni alcanzarán) las otras series citadas, que a mí me entusiasman, por cierto: Homer y su familia gustan a todo el mundo, desde niños a adultos, desde freaks a intelectuales, desde músicos a escritores, pasando por políticos, filósofos y poetas. No sucede así con el resto: mucha gente se escandaliza con los tacos de "South Park"; algunas personas me han repetido su odio hacia "Padre de familia" por las burradas que sueltan sus personajes; y "Futurama" sólo puede ser comprendida en toda su dimensión si uno conoce al dedillo los guiños culturales que sueltan (con especial preferencia por el cine), porque sólo así se pillan las alusiones y uno puede reír el chiste; conozco gente que, ante "Futurama", no coge ciertas bromas. Ha de comprenderse que hablo de personas de distintas edades, no sólo de mi generación.
"Los Simpson", la película, es una obra que llevábamos siglos esperando. Creará polémica y división de opiniones. Debo confesar que me reí de principio a fin, y que supuso un gran goce reencontrarme con esos personajes en la pantalla grande. Disfruté mucho con la película, pero hay algo que la lastra un poco: su falta de argumento. Han metido cuchara más de quince guionistas, y eso se nota porque parece que se han preocupado más por introducir gracejos que por crear un argumento más complejo. En ese sentido, la película es un capítulo hinchado. Pero ya digo que me gustó. Volveré a verla. Posiblemente sólo sea un aperitivo para lo que vendrá, como lo fue el decepcionante "Episodio I: La amenaza fantasma".