No leía una novela de Auster desde el extraordinario El libro de las ilusiones. Me falta ponerme al día con La noche del oráculo, Brooklyn Follies y Viajes por el Scriptorium. De momento, he empezado por La noche...
En esta ocasión Auster plantea preguntas, pero no da respuestas. Abre historias, pero no las cierra. Utiliza la estructura de las cajas chinas: novela dentro de una novela dentro de una novela. Plantea cuestiones interesantes, como el poder constructivo y destructivo de la escritura, las barreras a veces confusas entre la ficción y la realidad, el embrujo de inventarse una historia y huir del mundo, los cuadernos como llaves y soportes para entrar y salir de la literatura.
A mi juicio, la novela (pero no sé si llamarla novela: más bien plantea una serie de juegos con la metaficción) engancha, empieza muy bien, pero en la segunda mitad se desinfla, pierde fuelle, deja de interesar. No alcanza el nivel de El libro de las ilusiones, y el final decepciona bastante. Pero, si te gusta Auster, debes leerla.