Llaman al portero automático. Respondo: es el cartero, en este caso una cartera. Le abro la puerta. Quince minutos después bajo a recoger el correo. En el buzón hay un sobre con un libro en su interior y, debajo, se amontonan los avisos de paquetes que debo ir a buscar a la sucursal más próxima de Correos. En cada aviso se consigna que estoy “Ausente”, y que por ese motivo no se me han podido entregar los paquetes. Busco “ausente” en la RAE, y topo con tres significados: 1. “Dicho de una persona: Que está separada de otra persona o de un lugar, y especialmente de la población en que reside”. Pero sigo en el lugar en el que vivo y en la población en la que resido. 2. “Distraído, ensimismado”. Pero no tanto como para no escuchar el timbre, responder y abrir a la cartera. 3. “Persona de quien se ignora si vive todavía y dónde está”. Me pregunto si la mujer habrá pensado en mí como en un fantasma, alguien que contesta desde el umbral de los muertos.
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