Releyendo uno de mis primeros artículos sobre John Fante tropiezo con la frase “A mi modesto juicio, Fante tampoco es un maestro, pero sí un acertado escritor (…)” ¿Cómo pude escribir ese veredicto tan desacertado? Probablemente porque, entonces, sólo había leído dos libros suyos en traducciones pasables. Hoy, ya leídas las obras que Anagrama ha publicado en jugosas traducciones, sí estoy en condiciones de afirmar que era un maestro. Uno de los grandes, a la altura luminosa de Bukowski, Salinger o Carver.
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