Uno se compra libros, se compra películas, se compra en ocasiones algunos discos, pero no los lee ni las visiona ni los escucha en la misma semana, entre otros motivos porque es imposible. Los discos, las películas, los libros, incluso las series de televisión, se amontonan en nuestra vida y hay que sacar tiempo de debajo de las piedras para satisfacer ese consumo cultural. En el caso de algunos de estos productos, pueden pasar años hasta que uno ve tal o cual dvd que adquirió o se lee tal o cual libro. Muchas de las novelas de aventuras de mi biblioteca pertenecen a la etapa de la infancia, y ni siquiera las he leído todas. De vez en cuando me acuerdo, o me acometen las ganas, y saco una del estante y la leo. Tengo por ahí películas que compré en dvd hace cuatro o cinco años, o que me regalaron, y ni siquiera las he visto, a veces por falta de tiempo, a veces por falta de ganas. Uno debe adentrarse en ciertas obras sólo cuando le apetezca. Una vez, en Salamanca, compré la novela de Francis Scott Fitzgerald, “Suave es la noche”, y, años después de terminar allí los estudios, empecé a leerla. Pero le faltaban páginas por un error de imprenta. Creo que la librería donde la encontré ni siquiera existía ya, de modo que tuve que comprar el libro de nuevo, en Zamora, y en una edición más cara porque no había otra.
Quizá lo haya contado en alguna ocasión: una tarde pillé en un kiosco dos de mis películas de acción favoritas, “El fugitivo” y “Arma letal”. No probé ésta última hasta un tiempo después, no sé cuánto, pero en todo caso demasiado como para regresar al kiosco exigiendo la devolución. Mi copia de “Arma letal” estaba rayada, y hacia la mitad de la película se atascó. Pero el caso más flagrante me ha ocurrido con un dvd de Wong Kar-Wai que ya me han recomendado, durante años, distintas personas: “Deseando amar” (“In the Mood for Love”), cineasta apadrinado por Quentin Tarantino cuando aquel rodó su “Chungking Express”. De este director sólo he podido ver la asombrosa, enigmática, bellísima “2046”. Unas semanas después de salir maravillado del cine me regalaron una copia de “Deseando amar”, filme que precede a “2046”. Meses más tarde la probé en el reproductor de mi antiguo ordenador. Ni siquiera pude navegar por el menú. El disco se atascaba. La edición disponible en las tiendas contiene un segundo disco de extras, pero tampoco funcionó. Había pasado mucho tiempo desde la compra. Era inútil exigir la devolución del dinero. La probé en otro ordenador y en un par de reproductores domésticos. Ninguno pudo reproducirla.
Aprendida la lección, hace poco volví a topar con la película en una tienda y la probé el mismo día de la adquisición. La compré, claro: era la misma edición con dos discos, y su precio rondaba los cinco euros. La probamos en un nuevo reproductor doméstico, diciendo en broma: “Imaginemos que ahora falla. Ya sería el colmo”. Lo curioso es que sucedió lo mismo: no funcionaba. La misma película, en una edición nueva, dentro de un reproductor distinto, ofreció los mismos resultados: se atascaba al principio. Resultaba imposible navegar por el menú. Busqué información por la red, en foros y páginas sobre dvd, sin encontrar la respuesta. Ignoro si ha sido casualidad, pura mala suerte, o es que la edición de Manga Films es de una calidad tan pésima que pocos reproductores son capaces de leerla. No lo sé. Y no pienso devolverla. Es posible que me suceda lo mismo con otra copia, y seguiría perdiendo el tiempo. Luego la probé en un portátil y allí funciona. Por eso, cada vez que voy de compras, de vuelta a casa compruebo las películas, hojeo los libros, escucho los discos.