viernes, septiembre 12, 2014

Perdida (Gone Girl), de Gillian Flynn


Admito que tenía mis prejuicios y que por ese motivo no me interesaba leer esta novela. Quiero que se me entienda bien: no es porque sea un best-seller, eso me la suda (que todo el mundo lea lo mismo no es malo; es malo cuando "lo mismo" es, por ejemplo, la novela de alguna star de la televisión basura). Lo que ocurre es que, por lo general, los best-sellers me aburren. No ha sido el caso de Perdida, narración que me ha enganchado y que contiene unos cuantos temas que me interesan mucho (no los propios de la novela policiaca, sino los temas secundarios del libro). Y me decidí a leerla porque uno de mis ídolos, David Fincher, ha rodado una película basándose en este material. Además: la traducción es de Óscar Palmer, lo que ya supone una garantía.

Como dice Rodrigo Fresán en el epílogo, en realidad Perdida es una historia de amor. La historia de amor de un matrimonio, y un matrimonio siempre lleva aparejadas batallas, odios pasajeros, rencillas que van aumentando, rutinas que agotan y planes que no siempre se cumplen. Recordemos, por ejemplo, Revolutionary Road o La guerra de los Rose. Digamos que Perdida juega, de algún modo, en esa liga. Sin desvelar mucho (para no arruinarles las sorpresas a quienes aún no la han leído, si es que queda alguien): en la novela se van alternando las narraciones del marido (Nick) y los diarios de juventud de la mujer (Amy), desde el momento en que ella desaparece de casa y no se sabe si la han secuestrado o si la asesinaron y está enterrada/ahogada por la zona, y el sospechoso número 1 es su marido. El diario de ella servirá para ir aclarando datos… pero no puedo contar más.

Para mí, la gran virtud del libro está en lo secundario, es decir, no en la trama de desapariciones e interrogatorios, sino en lo que hay detrás, en el pasado de esa pareja, que se nos va desvelando con los diarios de ella y los recuerdos de él: una pareja que se ha ido destruyendo poco a poco, un matrimonio en el que empezaron a crecer el rencor, las sospechas, los celos, las putadas mutuas… El entorno en el que empieza la historia también me interesó porque los dos protagonistas trabajaban escribiendo y a ambos los echaron de sus trabajos con el inicio de la crisis. Se trata, por tanto, de una novela muy actual por ese tema secundario, y a la vez una novela que podrá leerse dentro de muchos años sin que pierda fuerza porque las historias sobre matrimonios que se ahogan en su mierda son eternas.

Ahora tengo más ganas aún de ver la película, aunque Fincher ya ha dicho que no será muy fiel al desenlace. El clima que predomina durante todo el libro, ese tono de que algo inquietante está sucediendo y va a ir en aumento, es perfecto para el director de Seven.


[Random House. Traducción de Óscar Palmer]