Lo que os recomiendo hoy no es exactamente un libro al uso,
aunque lo haya etiquetado como tal. Se trata, en líneas generales, de una
especie de guía que publica Acantilado para publicitar las obras de Georges
Simenon, pues dicha editorial va a encargarse de rescatar el grueso de su
bibliografía. Es una edición no venal y puede encontrarse en algunas librerías.
Yo cogí un ejemplar en la Librería Antonio Machado de Madrid y, aunque no soy
lector de Simenon, he leído de principio a fin sus casi 90 páginas y, después
de esa lectura, he apuntado algunos libros del creador de Maigret para comprarlos
cuando salgan a la venta.
Si esta guía es fascinante es porque incluye un relato
de Simenon, artículos de Joan de Sagarra, Rafael Conte, Antonio Muñoz Molina,
Carlos Pujol, John Banville y Pierre Assouline, una selección de cartas (de
Federico Fellini, André Gide y Max Jacob), fotografías del autor y unas
cuantas citas de celebridades ensalzando su obra. Os dejo con dos extractos:
Los adictos a la
lectura necesitamos un suministro regular y permanente de palabras impresas,
sea en periódicos o en libros, y cuando alguna dificultad nos estorba la
satisfacción de nuestro vicio, miramos a nuestro alrededor en busca de
sucedáneos y somos capaces de leer las instrucciones de montaje y uso de una
aspiradora o todos y cada uno de los carteles y avisos que hay en el interior
de un autobús.
[Antonio Muñoz Molina, “El caso Simenon”]
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La mayoría de las
novelas policíacas, no importa lo “duras” o sangrientamente forenses que sean,
son en el fondo sentimentales, pues gran parte de los escritores del género son
románticos desilusionados. William T. Vollmann, en un epílogo a la edición de
la New York Review of Books de la mayor obra maestra de Simenon, La nieve
estaba sucia, le compara con Raymond
Chandler, cuyas novelas de Philip Marlowe, pese a su elegancia, ingenio y
pulidas metáforas, parecen ahora claramente “blandas”. “Las novelas de Chandler
–escribe Vollmann– son noir atravesado por una luminiscencia melancólica:
Simenon ha concentrado el noir en una obscuridad tan sólida y densa como el
interior de una estrella enana”.
[John Banville, “El escapista”]