¿Se puede uno enamorar de un cuento? Por supuesto. Y eso sucede con la mayoría de los nueve relatos contenidos en Diez pequeños indios, pero sobre todo me ha ocurrido con la historia titulada “Redimiré lo que empeñaste”: durante 24 horas, un indio alcohólico trata de reunir 999 dólares para comprar a un prestamista un viejo traje que perteneció a su abuela. Cada vez que consigue algo de dinero se lo gasta en una botella o invita a una ronda en los bares o compra hamburguesas, y así nunca avanza pero lo más emotivo es que jamás pierde la esperanza. Es un cuento escrito con humor, que refleja a la perfección el comportamiento de un borracho, y también refleja esa espiritualidad propia de los indios, una fe que va más allá de los hechos. Es una historia maravillosa dentro de un grupo de relatos encantadores.
Llevo años recomendando la obra de Sherman Alexie. Sin embargo, en España pocos la conocen. Ni siquiera tengo todos sus libros porque no son fáciles de encontrar. Xordica ha publicado Diez pequeños indios y ha comprado los derechos de War Dances, lo que supone una doble alegría. La traducción, por cierto, es de Daniel Gascón, de quien ahora mismo disfruto la traducción de Sukkwan Island. En estos cuentos Alexie toca varios temas: el 11-S, la poesía, la herencia, la familia, la infidelidad, el dolor, la pérdida, el terrorismo… Sherman Alexie indaga siempre en la identidad de los indios spokane y en sus relaciones con otras razas. Lo bueno de este autor es que no es una especie de Spike Lee de los indios, sino que ensalza a los suyos y también los critica, del mismo modo que el buen patriota critica y defiende a su país. Reconoce la pereza y el alcoholismo que han machado a los suyos, y también el modo en que los blancos los pulverizaron, masacrando a las tribus y apartando a los supervivientes y a los descendientes a las reservas. Y a la vez ensalza su humor, su espiritualidad, su fe, su resistencia, el amor y la entrega hacia los suyos, como en ese párrafo de uno de los cuentos: Mi madre y yo nos hemos querido y fallado el uno al otro, y seguimos queriéndonos y fallándonos el uno al otro, y uno de los dos terminará enterrando al otro, y el que sobreviva quemará la iglesia con el fuego hambriento del dolor. Y aquí va otro fragmento:
¿Qué tienen los indios para convertir a gente normalmente inteligente, interesante y capaz en idiotas balbucientes? Yo no creo que cada blanco que conozco tenga los talentos espirituales y el compromiso por los demás de un sacerdote jesuita, pero con frecuencia los blancos piensas que los indios somos genios dotados de la sabiduría de un chamán. La mayoría de los indios son gente pobre preocupada por pagar el alquiler y la luz, y normalmente rezan para ganar la maldita lotería.
[Traducción de Daniel Gascón]