El escritor auténtico, “de raza” como dicen algunos, no se amilana ante las adversidades, no se rinde frente a la tempestad, el fracaso y las hordas de los enemigos. Mi colega Julio Valdeón Blanco, del que he escrito por aquí en varias ocasiones, es uno de esos escritores que han sobrevivido a ataques furibundos y a la inquina de los anónimos. La batalla nos hace grandes, sobre todo si hemos recibido palos por doquier. Julio salió escaldado de su tierra, escapó de España (creo que cruzar al otro lado del charco fue su mejor opción, el exilio por voluntad propia) y recaló en Nueva York, donde ejerce como corresponsal para el diario El Mundo. Y allí se hizo más fuerte aún. La última vez que lo vi fue en la presentación de una de sus novelas, en un hotel de Madrid, en un acto en el que Raúl del Pozo ejerció de maestro de ceremonias. Nos escribimos muy de vez en cuando. Ahora Julio nos sorprende publicando su, a mi juicio, mejor libro: “American Madness. Bruce Springsteen y la creación de Darkness on the Edge of Town”. Éste, “Darkness on the Edge of Town”, es el disco que escucho mientras tecleo estas líneas, absorto aún por el trabajo mayúsculo que ha hecho JVB. Porque mi lp favorito de Springsteen era “The River” y este libro me ha descubierto que “Darkness…” es una especie de joya menor, que es más bueno de lo que yo pensaba, y que surgió en un momento esencial en la carrera y en la vida del Jefe.
“American Madness” (en español: “Locura americana”) tiene casi doscientas páginas donde, amén de la prosa de navaja de Julio, siempre estimulante, encontramos mapas, fotografías célebres e imágenes inéditas, reproducciones de carteles y de entradas, y, al final, una discografía recomendada de la que voy a tomar nota porque me descubre a músicos que inspiraron a Springsteen o que simplemente éste suele escuchar, y me recuerda a cantantes que yo tenía un poco olvidados. El libro no sólo abarca la gestación obsesiva y perfeccionista del álbum, sino que se erige en una especie de biografía de varios años definitivos en la trayectoria de Bruce Springsteen. Además, Julio Valdeón incluye gozosas conexiones (tenemos gustos similares) entre la música del Jefe y el cine (Martin Scorsese, “Malas tierras”, Clint Eastwood en sus primeros western, Pacino y De Niro, John Ford) y la literatura (los beat, John Steinbeck) y, por supuesto, con los músicos que le sirvieron de inspiración.
Hay mucho del propio Julio en este libro: entre líneas también se retrata a sí mismo, aunque esto escapará a quien no lo conozca personalmente o no haya leído sus artículos y sus novelas. Para construir este trabajo, documentadísimo, se ha entrevistado con algunos de los protagonistas de la época, escuchado montones de discos y leído libros y artículos y ensayos y rastreado por aquí y por allá hasta dar con los ejes que sostienen su relato. Porque no es un ensayo al uso. Contiene buenas dosis de literatura. Y va un paso más allá de la composición del álbum cuando nos narra las giras en las que Springsteen y la E Street Band empezaron a tocar canciones de “Darkness…”, dándoles una dimensión más grande y, de paso, enloqueciendo a sus fans. El autor muestra una pasión sin fisuras por el músico, lo cual se agradece (o al menos yo lo agradezco; desconfío de esos ensayos en los que el ensayista aborrece al biografiado o pone en tela de juicio su trabajo). Me han interesado mucho aquellas partes en las que Springsteen descarta temas y versiones hasta encontrar las definitivas para el disco, en beneficio de su afán de perfeccionismo. Muchos de esos descartes se hallan recogidos en “Tracks”. “American Madness”: un extraordinario trabajo.