martes, junio 16, 2009

La historia de Julián. Memorias de heroína y delincuencia, de Juan F. Gamella


Las celdas de castigo estaban en el último piso. Eran muy pequeñajas, lo único que había era un camastro sucio y, en un rincón, un agujero para cagar. Pero no cagabas, porque estaba hasta arriba de mierda y desprendía un olor que cómo te lo diría… Me tiré dos semanas oliendo a eso y sin cagar.
(…)
A los diez y seis días nos soltaron. Abajo me esperaba gente nueva. Habían ligao al Anguita y al Daktari y también a un colega de Carabanchel. Pero yo empecé a pasar de menores, devaneaba con unos ruinas de Madrid, gente seria. El falsificador seguía tirándose el rollo conmigo y la vida en el talego fue pasando lenta, muy lenta.
La vida en el talego es ésa. Si te cuento un día, ya te los he contado todos. Pero sin olvidar que hay gente que se tira así diez años y veinte años y toda la vida. Por eso te pones hasta arriba de chocolate o de priva o de lo que sea. O te peleas. Un día, cuando estaba en el patio de los condenaos, tuve un problema con el Brunel, un viejo con una pepa que tenía la rutina de vender la ropa que les sacaba al atraco a los que entraban nuevos.