martes, agosto 12, 2008

Sobrevivir puede ser muy divertido, de Diego Medrano


La mezcla de humor corrosivo y literatura en estado puro de los relatos de este libro es explosiva. Todos ellos tienen puntos en común: apenas dos o tres páginas de extensión, personajes de nombres extraños y dignos de Cela, títulos siempre sacados de la última frase de cada historia y protagonistas chiflados, medio indigentes, habitantes de un mundo en el que se dicen sentencias que desanudan los tópicos y rompen los refranes a su antojo. El propio Medrano, con su nombre y apellidos, se convierte en uno de los personajes. Los relatos hablan de gente al borde de la locura y la desesperación, en el filo de una navaja oxidada, pero aseguran siempre la carcajada. Os dejo un fragmento:
Pasaba horas en el cine del barrio, con la certeza de que el cine tenía algo que la literatura nunca podía alcanzar: los ruiditos. El ruido de los hielos en la copa, del claxon en la madrugada, de unos zapatos apropiándose de una calle o de la lluvia sobre el asfalto impasible. La literatura nunca tendría ruiditos, y por eso jamás podrían ser iguales, porque si cerrabas los ojos no podías seguir leyendo o escribiendo tu novela, pero si cerrabas los ojos en la butaca, quizás acertarías a comprender toda una narración fílmica sólo gracias a los ruiditos.