miércoles, mayo 07, 2008

Corazón de ternera, de Pablo G. Bao


Pablo G. Bao escribe con las tripas, con el corazón en un puño, con la rabia en el alma. Escribe poemas desde lo que entendemos por un infierno cotidiano: desamores, facturas que pagar, divorcios, asco y hastío del mundo, trabajos mal pagados... Es uno de los poetas más duros que he leído últimamente, y cuando digo duro me refiero a que sabe de sobra de qué va este cuento de la vida, a que no se anda con chiquitas, a que sabe hablarnos sin tapujos. Y por eso ya es uno de mis favoritos. ¿Es todo negro y nublado? No, en absoluto. Como en otros poetas, en otros luchadores, algo queda para sentir menos rabia: un viejo amor y, sobre todo, el hijo. El hijo al que está dedicado medio libro. El hijo que le procura orgullo y felicidad y le hace comprender que, para alcanzar esa felicidad, en la vida "hay que pagar boleto". Y sin más, un poema:

NO OLVIDES LAS CORTINAS


Comprendes que has aprendido alguna cosa
cuando observas que cierta gente conocida
ha empezado a tomarte la distancia.
Comprendes que has aprendido alguna cosa
más,
cuando ves que más gente –además de más
gente–,
comienza a mirarse los zapatos
al cruzarte con ella por la calle.
Finalmente, si has aprendido lo suficiente
para poderte sostener sobre tus piernas,
es hora de que dejes de pensar
y de hacerte preguntas (que no huelen sino
a ballenas muertas en la playa):

echa las cortinas –si es que tienes
cortinas–,
enciende un cigarrillo –si es que fumas–
y aprende de una vez a respirar solo
y acompasadamente.