En Leche, segunda entrega de la trilogía de Semith Kaplanoglu, Yusuf ha alcanzado la mayoría de edad. Vive junto a su madre, tras perder a su padre en la infancia. Trabaja junto a ella repartiendo la leche que ella extrae de sus vacas y escribe poemas con la intención de empezar a publicarlos en revistas literarias. La diferencia con Miel (que, pese a la historia transcurre antes, fue filmada posteriormente) es que los paisajes ya no son tan agradables y mágicos: el entorno de Yusuf es más bien feo, vulgar, y ya no constituye un regalo para la vista.
Kaplanoglu nos hurta bastante información, a veces abusa un poco de la elipsis, y el propio espectador tiene que rellenar los huecos, sobre todo desde el momento en que la madre empieza a salir con otro hombre. Me parece muy superior Miel, y ahora sólo me falta por ver Huevo, que en realidad es la primera de las tres que rodó el director turco, y que sigue a Yusuf cuando ronda los 40 años.