domingo, febrero 06, 2011

Trilogía Yusuf: Miel


En Occidente nos hemos acostumbrado al ritmo cinematográfico impuesto por el Hollywood contemporáneo, con películas repleta de ruidos, montajes vertiginosos, canciones y abundantes giros de guión. Fuera de eso, el espectador medio ya no es capaz de ver otra cosa. Todo lo demás le suena a chino. Antaño no era así. El espectador, creo yo, estaba educado cinematográficamente de otra manera. De niño yo veía de todo en los cines de mi abuelo y, aunque sé que hay gente que no se lo cree, ya por entonces veía películas de Tarkovski, Kusturica, Scola, Fellini, Herzog… Era otro ritmo, otra clase de cine. Por eso tenía ganas de volver a ver una película que llevara esa línea.

En Miel parece que no ocurre nada, pero sí ocurre: se trata del aprendizaje vital de un niño que vive en un entorno rural junto a sus padres. Cuando no va a la escuela, acompaña a su padre a recoger miel. La miel, la leche y los huevos son parte de su modo de subsistencia. El director turco, Semith Kaplanoglu, cuenta esta historia con pocos recursos: no hay música, apenas escuchamos diálogos, la acción se limita a los pasos cotidianos de los campesinos, los planos son largos… Lo que ha hecho Kaplanoglu es poesía cinematográfica: es decir, construye una película sólo con silencios, una fotografía extraordinaria, paisajes verdes y planos admirables, amén de permitirnos oír los ruidos de la naturaleza (pájaros, lluvia, truenos, viento, etcétera). Miel gustará a pocas personas. Es una película como la que veíamos antaño, las películas del este con otro ritmo, otro enfoque de vida, otro presupuesto. Pronto iré a ver Leche y Huevo.