Jonathan Lethem nos narra, en esta ocasión, las desventuras de una de esas bandas de rock de la escena independiente que sólo alcanzan sus quince minutos de fama, aun cuando ni siquiera han puesto nombre al grupo. Los ensayos, la autoría de las letras, la búsqueda de un bolo y, sobre todo, las relaciones sentimentales y/o sexuales entre ellos y las personas de su entorno centran esta historia. La novela es muy entretenida, con diálogos ágiles y varios personajes muy bien construidos (como Lucinda, la bajista; Carl, "el hombre de las quejas"; Fancher Autumnbreast, locutor estrella de radio; o Marian Rorschach, una doctora implacable). Pero que nadie espere los altos niveles de otros libros de Lethem, como los extraordinarios Huérfanos de Brooklyn o La Fortaleza de la Soledad. El autor se ha tomado un respiro, ha bajado el listón para pasar un buen rato acompañando a una banda, para entretenernos a nosotros y comunicarnos que No se puede ser profundo sin superficie.
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