Os presento el prólogo del nuevo libro de Vicente Muñoz Álvarez, Marginales, que saldrá publicado en otoño. Agradezco a Vicente el permiso para colgarlo aquí, a Alfonso Xen Rabanal la idea (el prólogo apareció en primicia en su blog) y a Norberto Luis Romero la foto (que encontré en su web). Copio y pego: He ahí mi universo, como yo lo he creado, como se ha mostrado en mí. Peregrino, viajero, si quieres seguirme respirarás más libre, pues en mi universo reina el desorden y en él está la libertad.
A. Strindberg
Vivimos en un mundo evidentemente materialista. El desarrollo, la competitividad y el tecnicismo han propiciado la transformación de nuestro originario ser. Las religiones y los mitos caen vertiginosamente en el olvido, son sólo el recuerdo de algo inútil que embriagó durante siglos de penumbra nuestras mentes. Y las leyendas, las supersticiones y los sueños siguen caminos paralelos.
El hombre actual es hiperactivo, escéptico y prosaico, cuando no un fracasado. Sus alas fueron cercenadas por el sueño de la razón, lo que ha convertido a unos pocos marginados en sus monstruos.
De este vacuo sincretismo surge hoy como un fénix el nuevo soñador, fruto de cenizas calcinadas y vientos corrompidos, hijo del esplín y el desencanto. Sus visiones son consecuencia del progreso que idolatran sus hermanos, síntesis de las luces de hoy y las sombras de ayer.
Porque el Saber Antiguo aún está ahí, velado por las fatuas pretensiones de la Ciencia.
Mezcla de sueños abortados y fatigas seculares, algunos disidentes conspiran todavía en lo profundo, irredentos y amenazadores, fascinantes y peligrosamente subversivos.
PRÓLOGO A LA PRESENTE EDICIÓN
La versión del libro que el lector tiene ahora en sus manos es fruto de un largo proceso de reescritura que, desde mi punto de vista, requiere una somera explicación.
Muchos de los relatos que lo integran datan del verano de 1991, momento a partir del cual fueron cobrando cuerpo y vida para una primera edición, titulada Monstruos y prodigios, galardonada en el Certamen Letras Jóvenes de Castilla y León y publicada, con ilustraciones de Joaquín Herrero Goas, por la Junta en 1996. Se trataba, no obstante, de una versión reducida, ajustada en cuanto a extensión a las bases del Certamen, que dejaba fuera gran parte de los relatos del libro tal y como al principio fue concebido. Una versión más completa del mismo, con portada de Silvia D. Chica, vio la luz a finales de 1996 en la ya desaparecida editorial barcelonesa Las palabras del pararrayos, bajo el título El pueblo oscuro. Con una tirada de tan sólo 200 ejemplares, el libro se agotó al poco de haber salido y muy pronto se convirtió en prácticamente inencontrable. En cualquier caso, no me satisfizo plenamente en su momento aquella versión, cargada de erratas tipográficas y nunca hasta el presente debidamente revisada. A partir de entonces, diversos relatos del libro fueron incluidos en antologías y revistas especializadas, quedando eternamente pendiente esa labor de reescritura que casi desde su publicación yo mismo me había propuesto. Fue en el verano del 2005 cuando decidí finalmente volver a abordarlo. El escritor David Mardaras estaba gestionando un interesante proyecto editorial y me pidió un libro de relatos para una colección que, por diversas circunstancias, nunca llegó a ver la luz. Por entonces yo estaba metido de lleno en mi novela El merodeador y en algunos de mis últimos poemarios, que no cuadraban en la estética del citado proyecto. Decidí por tanto saldar la deuda postergada y siempre pendiente con El pueblo oscuro, y comencé a reescribirlo desde la primera línea, obteniendo una versión, la presente, muy distinta de la original. Los más de diez años transcurridos desde su gestación, el bagaje de experiencias y lecturas acumulado desde entonces y mi propia evolución personal cristalizaron en el presente libro, que poco tiene que ver, creo, con cualquier versión anterior. Además del propio título, modifiqué en gran parte el estilo y la prosa de la primera edición, en exceso adjetivada y barroca, amplié el número de relatos hasta un total de 50, corregí todas las erratas e imprecisiones de la misma y, muy especialmente, modifiqué (en la medida de lo posible) el lenguaje y el tono del texto, ajustándolo a mi sensibilidad presente. El libro, en cualquier caso, titulado definitivamente Marginales, permaneció durante más de un año en mi cajón de inéditos, al no salir adelante la colección para la que en principio lo había reescrito. La excusa definitiva para dar a la imprenta la presente edición, maravillosa y turbadoramente ilustrada por Mik Baro, se presentó a través de un concurso de libro de cuentos ilustrado, que fue declarado desierto (???) y que aunó ilustración y textos en esta versión (espero definitiva) que el lector tiene ahora en sus manos.
En ella encontrará ecos de voces para mí muy respetadas y queridas: Ramos Sucre, Huysmans, Lovecraft y Norberto L. Romero, a los que está dedicado, y Baudelaire, Rimbaud, Nerval, Poe, Paré, Machen, Blackwood, Yeats, Lautreamont, la beat generation... así como (cambiando radicalmente de registro y extremo) del cine independiente y gore, la psicodelia y el rock, el comic, la prensa underground, la televisión y otras disciplinas comúnmente tachadas como cultura popular o basura, que han sido para mi evolución personal igualmente determinantes.
En cualquier caso Marginales, tanto por su estilo como por su proceso de reescritura continua, puede considerarse una rareza en mi bibliografía. Para empezar, el único libro de ficción pura (o eso quiero pensar: no dejo de reconocerme una y otra vez en estas criaturas) que he publicado, siendo el resto de tendencia más bien realista (en sus diversas graduaciones) y autobiográfica. Pero sobre todo, y muy especialmente además, por el tono pretendidamente bizarro y kitch, barroco y onírico que le caracteriza, que jamás he vuelto a utilizar del mismo modo en mi escritura. Un tono con el que he pretendido rendir un sentido homenaje a algunos de mis maestros de juventud y a todo el acervo de alta y baja cultura que desde niño he ido devorando y asimilando en mi forma de escribir y concebir la propia vida.
Sólo espero ahora que las siguientes páginas sean de vuestro agrado y os inquieten al leerlas tanto como a mí al escribirlas.
Felices pesadillas y que Dios nos guarde de las Alimañas Descarnadas de la Noche.
Vicente Muñoz Álvarez. Verano de 2007.